La miscelánea
La Miscelánea de horrible título era y es la revista de Filología Inglesa de nuestro departamento, revista que dirigí durante varios años allá por los noventa. Como amagaban este año con trasladarnos de edificio, reflexionó la dirección del departamento sobre el destino que había que dar a los fondos de la revista que habían quedado sin vender ni intercambiar. Y llegó a la conclusión "no muy acertada" de que lo mejor era tirarlo todo a la basura, y que la triturasen. Se nota que el Director no la había dirigido.
Pero la Subdirectora sí la había dirigido, y yo le escribí para ver si lo podían reconsiderar y actuaban con más cordura, o para que lo supiese ella si no le había llegado la noticia, que todo podría ser en nuestro glorioso departamento. En fin, que a resultas de eso, se lo pensó mejor la Dirección de nuestro departamento, y decidieron en lugar de tirarla, regalarla a los estudiantes. Bravo. Me felicito por ello—lo que me extraña es que me hiciese caso la Dirección, viniendo de mí la sugerencia, con la de contenciosos que venimos teniendo. Igual llegaron a la conclusión por sí mismos, en paralelo, y les dio vergüenza lo que iban a hacer. Ójala.
Bien, pues de varios miles de misceláneas desde el año 1980 y otras publicaciones de poca salida que se acumularon en el rellano del pasillo de Filología Inglesa, ya van quedando menos miles, o menos cientos. Al menos sí hay estudiantes que se molestan en cogerlas, si se las regalan. Y si esto se hubiera hecho con más tino, a lo largo de varios cursos, habría ido yendo la revista al menos a gente potencialmente interesada en ella, se habrían hecho rebajas si interesaba irse librando de los fondos, o se habría donado a bibliotecas, etc.—en lugar de deshacerse de ella por la vía rápida. ¿Acaso esperaba el departamento forrarse vendiendo ejemplares? Pero en fin, así se hacen las cosas cuando se hacen mal—de prisa, o todo o nada, y corre corre de aquí a mañana (otra igual nos van a hacer con el diseño del plan de estudios). En los años que dirigí la revista, yo no paraba de escribir cartas buscando establecer intercambios con otras revistas, y supongo que al menos algunos de esos se mantienen. A mucho más no han ido, eso parece claro.
Una historia de estas te hace reflexionar a dónde van tus publicaciones, y lo que valen los esfuerzos que les dediques: no van desde luego a ningún empíreo académico, no. En todo caso van al currículum, que es lo más parecido a un empíreo virtual. Allí van sus títulos. Las publicaciones en sí, normalmente a un estante donde nadie las leerá ni (vana esperanza) las citará. Y ya puestos en el peor de los casos, van a la basura sin más. La Academia no para de darnos lecciones magistrales.
Aún quedan, por si alguien los quiere, varios cientos de ejemplares gratuitos de revistas con viejos artículos de lingüística y viejos ensayos de crítica literaria. Than which nothing is deader, según una opinión muy extendida.
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