El hombre duplicado
El libro de Saramago El hombre duplicado tiene premisa de libro de Saramago (qué pasaría si cayese una plaga de ceguera, qué pasaría si todas las mujeres se creyesen hombres, etc.). En esta ocasión un poquito endeble de planteamiento, pues se trata únicamente de un señor, Tertuliano Máximo Afonso, un soporífero profesor de instituto, que descubre en una película un actor secundario igual que él. Lo investiga, sigue la pista (con demasiada lentitud) al actor, un tal Daniel Santa Clara (o Antonio Claro), y descubre que en efecto son idénticos en todo.
Digo que la premisa es floja porque yo veo mucha gente idéntica por la calle (aunque es cierto que no soy bueno con las caras), y hay hermanos gemelos (aquí ignorados), y clones en Star Wars, y no parece que les suponga una crisis existencial tremenda como la que les da a estos dos personajes. En suma, que demasiada sobrerreacción para poco motivo (y demasiada novela para un argumento de cuento corto o de novella a todo tirar). Sobre todo porque luego resulta que no son tan idénticos, o no más que cualquier par de machetes precipitados, chulescos y desagradables (que también pueden parecerle idénticos a cualquiera, en la circunstancia adecuada).
En fin, el argumento consiste en intentar demostrarse uno al otro quién tiene más sustancia original y quién es la copia, problema irresoluble e incluso implanteable a no ser en la mente de un Autor, estos personajes parecen metafísicos sin reconocerlo. Pero metafísica mema, porque buscan la confirmación cómo no en las interioridades de las señoras, parece que su entidad y su Ser sustancial vienen unidos a ligarse a la mujer del otro, haciéndose pasar por él, uno pensaría que eso les haría dudar más de su sustancia, en lugar de afirmarla, pero vamos, yo es que aunque soy géminis no me identifico para nada con estos personajes y me parecen cargantes y llenos de actitudes innecesarias y estúpidas sin más; también suelo ver a gente idéntica a mí por la calle, y no por eso me obsesiono con ir a ligarme a su señora; como digo, la ocasión parece desproporcionada.
Más alarmante, digo yo, podría ser encontrar a un duplicado que hiciese exactamente lo que tú, trabajar en lo mismo usando las mismas herramientas, escribir artículos con las mismas ideas, cantar canciones del mismo cantante, y tener hijos idénticos a los tuyos. En este punto no se parecen en nada Tertuliano y Daniel, desde luego; sus vidas no tienen mucho que ver, y su alarma parece fuera de lugar totalmente.
Tras los rocambolescos intercambios de pareja Daniel muere en accidente mientras reñía con Mari Paz, la novia a quien Tertuliano trataba despectivamente: ella acababa de descubrir el intercambio tras una noche, viendo la huella del anillo de casado que se había quitado Daniel (mira, en eso no eran idénticos en señales, se fastidió la premisa). Y Tertuliano, que mientras ha pasado la noche, naturalmente, con la esposa de Daniel, vuelve arrepentido a confesarse con ella y acabarán juntos, y acabará usurpando la identidad de Daniel (pues Tertuliano "ha muerto" se supone en el accidente). Un poco como el Enrique IV de Pirandello, que se ve obligado a continuar para siempre interpretando su papel en el que no creía; Tertuliano se vuelve realmente actor al ocupar el lugar del actor Daniel. Mucho arrepentimiento pero ni siquiera va al entierro de Mari Paz, por cierto, y a su madre inválida parece que la ha de partir un rayo.
Hay aquí como una extraña fantasía desplazada de adulterio, y de la "otra identidad" o la vida alternativa que proporciona el adulterio. (Me trae a la mente otro tratamiento reciente de esta cuestión, muy logrado en su muy distinto estilo—la historia del protagonista de la La noche de los tiempos de Antonio Muñoz Molina, también quizá doble de sí mismo o de su personalidad oficial, dividido entre la historia que vive con su amante Judith Biely y con su mujer Adela).
Las historias de gemelos idénticos, aunque no sean gemelos como en este caso, parecen pedir a gritos los intercambios y confusiones de parejas (desde Twelfth Night a Dead Ringers). Curioso que sea el anillo de casado, o más bien su huella, lo que determina la única diferencia corporal entre los personajes. Tertuliano no quería casarse con su ligue Mari Paz; y es justo cuando ha decidido irse a vivir con ella cuando aparece el alter ego Daniel a interponerse, para hacerlo imposible–él que sí se había casado, con la misma mujer con quien acabará casado Tertuliano. Quizá en la manera en que se expresa este tema, la duplicidad que producen el engaño y el distanciamiento de la pareja, en la manera de expresarlo por medio de circunloquios e indirecciones, bloqueos mentales, y símbolos materializados en la persona de los dos dobles, está lo mejor de la novela de Saramago.
Como historia de dobles y obsesión me gustó más Desesperación, de Nabokov. (Como clásicos, están "William Wilson" de Poe y los dobles de Dostoievski y de los románticos alemanes. Tengo en mi bibliografía toda una sección sobre dobles y alter-egos...). Y eso que en cierto modo El hombre duplicado es muy entretenida e interesante: se lee muy bien, porque (o a pesar de que) está llena de excursos a veces un tanto innecesarios o desconectados de los personajes, como por ejemplo la alusión a la semiótica de los subgestos, o la teoría de Tertuliano Máximo Afonso de que la Historia debería enseñarse al revés, partiendo del presente, y no del pasado.
Como digo a veces los personajes salen con cosas interesantes u originales que decir o pensar, y sin embargo estas cosas no llegan a caracterizarlos, siguen siendo personajes sin vida, desvaídos, pues sospechamos que esas ideas no las piensan ellos sino su autor. En la construcción del personaje, Saramago parece buscar, y desde luego consigue, personajes anodinos, desconocidos que no nos interesan, y que siguen siendo desconocidos en cierto modo por mucho que los sigamos día a día; no nos interesa conocerlos, no les ponemos cara tampoco. Quizá se echa de ver demasiado que la historia ésta del hombre duplicado sí se ha escrito del final hacia atrás, como la historia de Tertuliano (el cambio de identidades en que ha de culminar) y eso hace que todos los gestos sean un poco innaturales aun en lo que habría de ser imprevisible.
Me recordó esta historia, por cierto, a la de Ian McEwan encontrando a su hermano desaparecido, y también a otra que se produjo hace unos meses, en que alguien presentó a dos personas que conocía tras un tiempo en que venía asegurándoles que eran idénticos. Resultaron ser gemelos descolocados en el hospital el día que nacieron (uno tenía un gemelo que resultó ser falso gemelo). En la novela de Saramago no se buscan explicaciones creíbles o increíbles como éstas, sus duplicados son gemelos kafkianos, metafísicos, a la vez que no son en absoluto gemelos. Y se resiente el tema por el anodino tratamiento que da a los personajes: en realidad, todos podrían ser gemelos en Saramago, igual sale de ahí la hostilidad que se despiertan mutuamente.
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