Michael Jackson, RIP
Se ha muerto Michael Jackson, al parecer de sobredosis de drogas y mala medicación. Qué poquita cosa somos todos, hasta el rey del pop; o quizá especialmente el rey del pop (esto suena en inglés como a refresco de burbujas, bubbles... ). Pesaba menos de la mitad que yo, se lo han llevado en una bolsita blanca a un coche blanco, él que quería ser blanco, o que se convirtió en blanco a su pesar, por una especie de enfermedad, según versiones. A mí nunca me ha gustado Michael Jackson, su música digo; nunca me he gastado un duro en ella, pobre, hizo su fortuna y su neverland sin mi apoyo financiero, y ahora de nada le serviría, no sé si perdió su dinero, o su rancho, o los derechos de las canciones de los Beatles que dicen que compró. Tenía cincuenta años, ahora no será ni siquiera forever young, se podía haber quedado en su depósito de aislamiento para no envejecer, pobre, para lo que le sirvió, tanto cálculo y tanta cirugía, y tanto blanqueamiento, para convertirse de un negrito simpático en una especie de efebo misterioso y de ahí en una especie de fantoche monstruoso, los niños buscaban su imagen en Internet para ver lo feo que era, es triste todo esto, muy triste. Yo lo ví por primera vez a Michael Jackson en dibujos animados, había una serie de los Jackson Five cuando yo era crío, pero alguien ya nos decía, o llegó a nosotros la noticia de que existían de verdad, además de ser dibujos. En mi primer viaje a América, en un intercambio escolar que organizó mi padre con la base americana, me tocó ir a casa de un niño que tenía un padre con muchos rifles, y un dormitorio sin sábanas que me pareció extrañamente moderno y desorganizado. El chaval hablaba con su novieta por la ventana por la noche, y su ídolo era Michael Jackson, lo recuerdo que me enseñó un LP suyo en solitario, me extrañó que un niño sacase LPs en solitario, esto era hacia 1972, y sobre todo me extrañó su nueva autonomía, la del pequeño Jackson, sin sus hermanos, aunque ya en los dibujos animados se notaba que era el favorito de la fortuna... Luego de repente se hizo famoso, demasiado famoso, mientras yo seguía sin hacerle caso—que si Thriller, que si aparece en versión su hermana, que si Bad... bueno, ya en los ochenta transigí a un gesto irónico y me hice tristemente famoso en mi familia por llevar una camiseta rosa con la cara de Michael Jackson. Pero pronto ya no se parecía a mi camiseta, el original bajaba en helicóptero a sus conciertos, se volvía blanco, cantaba con chillidos, toses y susurros. Cuando me fui a América de verdad, a finales de los ochenta, sonaba mucho Michael Jackson, hacía complejas giras, y bailes con súbitos torzones, convulsiones y medias vueltas; era la época del efebo ambiguo, el smooth criminal; me hacía sentirme pesado y abotargado, cuando andaba hacia atrás flotando, yo que estaba encerrado con un Mac primitivo y cientos de libros, haciendo mi tesis... Tenía amores extraños Michael Jackson: con Liz Taylor; con la viuda o con la hija de Elvis, no me acuerdo; con un niño que lo admiraba—se hacía el Peter Pan, pero se iba afeando, arrugando con pliegues blancos extraños por la comisura de los labios, y la nariz se le puso as sharp as a pen... Luego recuerdo los juicios eternos a lo O.J. Simpson, los niños asesorados por abogados que lo demandaban, o esa escena en que Jackson sujetaba un bebé (su hijo supongo) que parecía engendrado por alquiler, asomado a la ventana de un hotel; era raro todo, estaba extraño por dentro también, supongo. Y ahora iba a volver a girar, a girar en sus giras, pero ya no podrá, el entrenamiento era demasiado fuerte, y la tensión, y la ansiedad y la medicación; ha muerto en huída hacia adelante. Deja un sentimiento todo de vanidad, pero no de vanidad de la de sacar pecho, sino de la otra (la de Johnson, la vanity of human wishes) —la vanidad de los esfuerzos y de los proyectos; pues proyectos había, financieros y de baile.
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JoseAngel -
alfon -