Más consciencia
Me está resultando muy interesante la lectura de Cajal and Consciousness (2001). Aparte del artículo de Gell-Mann, hay cosas fascinantes sobre evolución y neurología. Así la teoría de Lynn Margulis, "The Conscious Cell", según la cual el origen de los seres vivos complejos es siempre simbiótico: no por derivación de una especie anterior, sino por la mezcla de diversas especies sin parentesco identificable, que se convierten simbióticamente en organelos de las primeras células complejas.
¿De dónde surgirían los organismos muticelulares? Siguiendo la lógica de esta teoría, surge una posibilidad curiosa: por simbiosis. Otra posibilidad, claro, sería por mutación, y otra por fijación neoténica de un organismo unicelular en proceso de división. Pero quizá haya que considerar seriamente la teoría de la simbiosis (muy a tono con nuestros tiempos de mestizaje cultural, hibridación y multiculturalismo, por cierto).
[GRR... viene Lynn Margulis a dar una conferencia a Zaragoza el 15 de enero... pero es en otro campus y tengo clase hasta esa hora. Veremos...]
Hay cosas cuestionables en Cajal and Consciousness, siendo como está esta disciplina en una fase todavía especulativa y tentativa, a pesar de los avances en el siglo XX tras los descubrimientos de Cajal. Así, no se conoce todavía la manera en que se constituyen redes neuronales que integran sistemas particulares de procesamiento; no se conoce la importancia relativa que puedan tener otras fuerzas y procesos, además de la conexión química en las sinapsis, para la creación de efectos de integración global, o para el procesamiento a nivel microscópico de la información. Es muchísimo lo que no se sabe, y cuantas más estructuras se descubren, tantos más interrogantes se abren. Así por ejemplo es muy sugestiva la interpretación a la Penrose y Hameroff de los microtúbulos neuronales, y los cálculos sobre el número de microtúbulos y la capacidad de procesamiento… aunque el papel dado a la "gravedad cuántica" en los mismos parece más que dudoso, no sólo a mí sino a varios de los interlocutores del congreso sobre Cajal. Los planteamientos de Penrose y Hameroff sobre la naturaleza de la realidad unida a la estructura básica del cerebro son por otra parte de un simplismo pasmoso: poco reprocesamiento, poca elaboración semiótica y poco vaivén interpretativo hay aquí: pasan de los estados cuánticos indeterminados a la asignación de una imagen consciente prefijada de golpe y porrazo. A veces en un lenguaje que mezcla el materialismo más simplista con el idealismo peor digerido. Su artículo lo he llenado de exclamaciones e interrogaciones, y sin embargo tiene aspectos interesantes en medio de otros un tanto delirantes. (Otros contribuidores, como Gell-Mann y Arbib, son también más que escépticos con esta teoría).
Lo que más sugerente me ha resultado es la base neurológica que se proporciona a los procesos semiótico-hermenéuticos de reprocesamiento, feedback, realimentación, retroproyección… que desde hace un tiempo me parecen cruciales a la hora de describir los fenómenos más característicos de la consciencia.
La consciencia no consiste en una simple imagen "en la cabeza" de lo que hay "fuera". No es un simple proceso mimético en el sentido unidireccional del término; eso no explicaría nada. Las teorías cognitivistas han introducido procesos como el de la dinámica "top-down"/"bottom-up", y la hermenéutica de Ast y Schleiermacher introduce el procesamiento del sentido mediante el círculo hermenéutico (algo que de hecho anticipa esa dinámica cognitivista). El estructuralismo, la fenomenología, o la teoría de los marcos de Goffman, los diversos constructivismos, también han subrayado la labor estructuradora de la mente; la realidad no es únicamente "recibida"; también es "construida" por la mente.
Esto nos lleva a postular que los procesos conscientes son bidireccionales, retroalimentativos. Esto no es sino la consecuencia de la propia dinámica vital de regulación entre un organismo y el medio ambiente, llevada a un nivel mayor de complejidad, una retroalimentación intensificada y multiplicada. Y esto es tanto mayor cuanto mayor es el nivel de consciencia. Así, un estímulo táctil requiere un bajo nivel de consciencia, si bien mayor que el de los simples tropismos (por ejemplo gravitatorios, o de orientación hacia la luz) que se dan en las plantas. (¡También hay plantas más y menos "conscientes" en este sentido!). La percepción visual requiere una retroalimentación mucho más intensa, tanto más cuanto más definida es la imagen del objeto. Una imagen no es un simple estímulo recibido: se constituye mediante un proceso "hermenéutico" de interacción con las imágenes memorísticas de experiencias visuales similares.
No tan disparatadas, pues, aquellas imágenes de las teorías sensoriales clásicas, en las cuales es el ojo el que proyecta la imagen hacia el objeto, en lugar de recibirla (como nos llevó a creer, lógicamente por otra parte, la ciencia clásica, al explicar la formación de la imagen por reflexión de la luz en los objetos). Como en las teorías evolucionistas desacreditadas que comenta Gould, hay también una semilla de verdad en las teorías más peregrinas de la consciencia, como la teoría platónica de las Ideas.
Más consciencia es más retroalimentación, más reflexividad, más vueltas al círculo hermenéutico de la percepción y la reflexión, más intensidad en el vaivén de los sentidos a la imagen mental, más interacción de las imágenes sensoriales con más huellas ideacionales y memorísticas, aparte de más atención y más unidad de concentración de la mente en un objeto o proceso concreto. La mente proyecta y reproyecta la imagen del objeto. De ahí la intensificación para la consciencia que suponen los signos. Por su misma indirección requieren una dificultad de procesamiento, dificultad que es un reto para la consciencia. Se intensifica la actividad mental al procesar un signo (una palabra escrita, una imagen). La atención requiere volver a proyectar esa palabra, captarla por partes (letras) primero, como un todo luego, proyectar el todo a la imagen recibida, reprocesarlo. Más si descubrimos una interferencia cognitiva, una errata (para empezar no la vemos porque hemos proyectado toda la palabra; no vemos el círculo incompleto porque hemos proyectado mentalmente la imagen de un círculo entero). La semiosis intensifica la consciencia. Las imágenes atraen la vista, y la mente, como no la atraen los originales. Nos enamoramos "de los chicos, de las chicas, de los maniquís" sobre todo en tanto que son objetos semiotizados.
La consciencia reflexiva, la teoría semiótica, la filosofía, es una relación metasemiótica compleja con todos estos procesos. También intensifica, por supuesto, la consciencia, este juego de espejos. En eso estamos.
Gerald Edelman, en "The Remembered Present" (de Bright Air, Brilliant Fire, reimpreso en Cajal and Consciousness), expone una teoría de la consciencia basada en la estructura y dinámica cerebral, en especial en la noción de retroalimentación: señalización recursiva entre diversas regiones del sistema tálamo-cortical. Es de los artículos que más me han permitido dar una forma neurológicamente sensata a mis especulaciones sobre la especularidad, sobre la reproyección conceptual como estructura básica de la consciencia. (Me refería a ellas en la sección "More Speculations" de este artículo sobre Nabokov, "The Poetics of Subliminal Awareness". El párrafo clave, aquí: "Reflejos").
Para Edelman, "cada acto de percepción es en cierta medida un acto de creación, y cada acto de memoria es en cierta medida un acto de imaginación"—una tesis que casa bien con presupuestos estructuralistas, constructivistas, gestaltistas e interaccionistas simbólicos. (Si bien no estoy de acuerdo con él cuando habla de "la naturaleza unitaria" de la consciencia, p. 112, pues ésta se puede descomponer fácilmente en sus ingredientes constituyentes. También dice que es "cambiante pero continua" —cuando es obviamente intermitente, como muestra el sueño. Son expresiones éstas más bien desafortunadas).
Edelman distingue la consciencia primaria de la consciencia de orden superior. Es ésta última la característicamente humana, y se caracteriza por su mayor intensidad reflexiva: "Incorpora un modelo de lo personal, y del pasado y del futuro además del presente. Exhibe consciencia (awareness) directa: la consciencia (awareness) no inferencial o inmediata de episodios mentales, sin que se vean involucrados órganos o receptores sensoriales. Es lo que tenemos como humanos además de la consciencia primaria. Somos conscientes de ser conscientes" (113). (Yo creo, por el contrario, que esta consciencia superior sí conlleva un determinado modo de funcionamiento de receptores sensoriales, o del procesamiento de la información, a nivel cerebral, entre estos receptores iniciales y otras áreas cerebrales. Así, el "cerebro" le dice al "ojo", o más bien al sistema cerebral que procesa la información visual, lo que ha de ver, y viceversa).
Una teoría de la consciencia, dice, ha de incorporar una teoría de la conceptualización, memoria y lenguaje, y explicar asimismo el desarrollo evolutivo de estos fenómenos. Y ser experimental... ahí es más difícil. Debe ajustarse a las leyes de la física (sin espíritus ni intangibles). Debe mostrar cómo proporciona una mayor adecuación evolutiva (en lugar de ser un epifenómeno de la evolución). Y debe dar cuenta de los qualia, las cualidades (la rojez del rojo, etc.). Y esto último es lo difícil, y a la vez necesario, porque no existe un observador científico libre de la perspectiva impuesta por las cualidades. De hecho, "es nuestra capacidad de informar y correlacionar a la vez que experimentamos las cualidades individualmente lo que abre la posibilidad de una investigación científica de la consciencia" (115).
La dinámica del modelo de la consciencia propuesto por Edelman "depende de un tipo especial de circuito reentrante" (116) —(quizá la "reproyección" a la que yo aludía antes).
Consciencia primaria: Hay que distinguir las aportaciones a la consciencia de los diversos sistemas neurológicos. El primero, y más básico, el sistema del bulbo raquídeo, la médula espinal, etc.—sistemas que evolucionaron tempranamente para regular las funciones corporales; son sistemas de organización interna. El segundo, el sistema tálamo-cortical, recibe señales de los sentidos y envía señales de movimientos voluntarios a los miembros. "Unlike the limbic-brain stem system, it does not contain loops so much as highly connected, layered local structures with massively reentrant connections" (117). Estos dos sistemas desarrollaron conexiones evolutivas. Y el sistema cortical, último en evolucionar, sirvió para desarrollar "comportamiento aprendido, adaptativo para medios cada vez más complejos" (117).
Aquí entramos en cuestiones de organización del comportamiento, percepciones y experiencias aprendidas. Usa Edelman el concepto de "scene" como manera de organizar la información en algunos seres con superior elaboración consciente: "las categorizaciones de partes del mundo causalmente inconexas pueden correlacionarse y ligarse en una escena. Por escena entiendo un conjunto espaciotemporalmente ordenado de categorizaciones de acontecimientos familiares y no familiares, algunos con y algunos sin conexiones físicas o causales a otros de la misma escena" (118). (Me parece evidente que aquí puede verse el origen neurológico, y psicológico, y adaptativo, de la narración como instrumento de la consciencia. Una narración es una elaborada categorización de esas a las que se refiere Edelman, estructurada de modo complejo gracias al lenguaje; es más, es un instrumento cognitivo, software digamos, desarrollado para clasificar, traducir, interpretar organizar y reelaborar estas "escenas" aprendidas). "De este modo, la perceptibilidad de un acontecimiento se determina no sólo por su posición y energía en el mundo físico, sino también por el valor relativo que se le ha dado en la historia pasada del animal individual como resultado del aprendizaje" (Y, yendo más allá del animal individual, gracias al lenguaje, llegamos, por emergencia, a la organización "suprafísica" de acontecimientos que llamamos cultura, tradición, conocimiento, ciencia...).
(Esta teoría enlaza de maravilla con cuestiones estudiadas por la ciencia cognitiva, por la hermenéutica narrativa, y por la teoría de los marcos de Goffman. Volveré a hablar de esta interfaz).
"Fue el desarrollo evolutivo de la capacidad de crear una escena lo que llevó a la emergencia de la consciencia primaria. Obviamente, para que esa emergencia sobreviviese, tuvo que resultar en una mayor adaptación". Para la supervivencia, se entiende. Creo que es una de las claves de la evolución humana: cómo los humanos se hicieron a sí mismo mediante la cultura, la emergencia de esquemas cognitivos superiores, y el cultivo selectivo de la consciencia. (Algo que echaba yo en falta en las teorías de la evolución de Arsuaga).
Tras el desarrollo de una memoria conceptual, otro desarrollo suplementario permite la emergencia de la consciencia superior: "Es un circuito especial de realimentación que emergió durante la evolución como un nuevo componente de la neuroanatomía. Este circuito permite una señalización de realimentación continua entre la memoria de valores y categorial, y los esquemas globales en curso que se refieren a la categorización perceptual en tiempo real" (118). (Si hubiese una localización cerebral física para el célebre círculo hermenéutico, por aquí podría buscarse. Después de todo no es sino la intensificación y retroalimentación continuada de los procesos cognitivos básicos. Como señala Edelman, es este circuito de realimentación el que permite una representación del futuro que se anticipe a los datos de la percepción: es decir, la célebre proyección de esquemas "top-down", en psicología constructivista, o en lingüística cognitiva, o la preparación para la acción mediante esquemas (frames, scripts, stories) à la Goffman—la capacidad de ligar los acontecimientos percpetuales en una escena continuada, una especie de "narración en presente" de ahí el título del artículo, que se cuenta el cerebro a sí mismo para regular acción y percepción):
¿De dónde surgirían los organismos muticelulares? Siguiendo la lógica de esta teoría, surge una posibilidad curiosa: por simbiosis. Otra posibilidad, claro, sería por mutación, y otra por fijación neoténica de un organismo unicelular en proceso de división. Pero quizá haya que considerar seriamente la teoría de la simbiosis (muy a tono con nuestros tiempos de mestizaje cultural, hibridación y multiculturalismo, por cierto).
[GRR... viene Lynn Margulis a dar una conferencia a Zaragoza el 15 de enero... pero es en otro campus y tengo clase hasta esa hora. Veremos...]
Hay cosas cuestionables en Cajal and Consciousness, siendo como está esta disciplina en una fase todavía especulativa y tentativa, a pesar de los avances en el siglo XX tras los descubrimientos de Cajal. Así, no se conoce todavía la manera en que se constituyen redes neuronales que integran sistemas particulares de procesamiento; no se conoce la importancia relativa que puedan tener otras fuerzas y procesos, además de la conexión química en las sinapsis, para la creación de efectos de integración global, o para el procesamiento a nivel microscópico de la información. Es muchísimo lo que no se sabe, y cuantas más estructuras se descubren, tantos más interrogantes se abren. Así por ejemplo es muy sugestiva la interpretación a la Penrose y Hameroff de los microtúbulos neuronales, y los cálculos sobre el número de microtúbulos y la capacidad de procesamiento… aunque el papel dado a la "gravedad cuántica" en los mismos parece más que dudoso, no sólo a mí sino a varios de los interlocutores del congreso sobre Cajal. Los planteamientos de Penrose y Hameroff sobre la naturaleza de la realidad unida a la estructura básica del cerebro son por otra parte de un simplismo pasmoso: poco reprocesamiento, poca elaboración semiótica y poco vaivén interpretativo hay aquí: pasan de los estados cuánticos indeterminados a la asignación de una imagen consciente prefijada de golpe y porrazo. A veces en un lenguaje que mezcla el materialismo más simplista con el idealismo peor digerido. Su artículo lo he llenado de exclamaciones e interrogaciones, y sin embargo tiene aspectos interesantes en medio de otros un tanto delirantes. (Otros contribuidores, como Gell-Mann y Arbib, son también más que escépticos con esta teoría).
Lo que más sugerente me ha resultado es la base neurológica que se proporciona a los procesos semiótico-hermenéuticos de reprocesamiento, feedback, realimentación, retroproyección… que desde hace un tiempo me parecen cruciales a la hora de describir los fenómenos más característicos de la consciencia.
La consciencia no consiste en una simple imagen "en la cabeza" de lo que hay "fuera". No es un simple proceso mimético en el sentido unidireccional del término; eso no explicaría nada. Las teorías cognitivistas han introducido procesos como el de la dinámica "top-down"/"bottom-up", y la hermenéutica de Ast y Schleiermacher introduce el procesamiento del sentido mediante el círculo hermenéutico (algo que de hecho anticipa esa dinámica cognitivista). El estructuralismo, la fenomenología, o la teoría de los marcos de Goffman, los diversos constructivismos, también han subrayado la labor estructuradora de la mente; la realidad no es únicamente "recibida"; también es "construida" por la mente.
Esto nos lleva a postular que los procesos conscientes son bidireccionales, retroalimentativos. Esto no es sino la consecuencia de la propia dinámica vital de regulación entre un organismo y el medio ambiente, llevada a un nivel mayor de complejidad, una retroalimentación intensificada y multiplicada. Y esto es tanto mayor cuanto mayor es el nivel de consciencia. Así, un estímulo táctil requiere un bajo nivel de consciencia, si bien mayor que el de los simples tropismos (por ejemplo gravitatorios, o de orientación hacia la luz) que se dan en las plantas. (¡También hay plantas más y menos "conscientes" en este sentido!). La percepción visual requiere una retroalimentación mucho más intensa, tanto más cuanto más definida es la imagen del objeto. Una imagen no es un simple estímulo recibido: se constituye mediante un proceso "hermenéutico" de interacción con las imágenes memorísticas de experiencias visuales similares.
No tan disparatadas, pues, aquellas imágenes de las teorías sensoriales clásicas, en las cuales es el ojo el que proyecta la imagen hacia el objeto, en lugar de recibirla (como nos llevó a creer, lógicamente por otra parte, la ciencia clásica, al explicar la formación de la imagen por reflexión de la luz en los objetos). Como en las teorías evolucionistas desacreditadas que comenta Gould, hay también una semilla de verdad en las teorías más peregrinas de la consciencia, como la teoría platónica de las Ideas.
Más consciencia es más retroalimentación, más reflexividad, más vueltas al círculo hermenéutico de la percepción y la reflexión, más intensidad en el vaivén de los sentidos a la imagen mental, más interacción de las imágenes sensoriales con más huellas ideacionales y memorísticas, aparte de más atención y más unidad de concentración de la mente en un objeto o proceso concreto. La mente proyecta y reproyecta la imagen del objeto. De ahí la intensificación para la consciencia que suponen los signos. Por su misma indirección requieren una dificultad de procesamiento, dificultad que es un reto para la consciencia. Se intensifica la actividad mental al procesar un signo (una palabra escrita, una imagen). La atención requiere volver a proyectar esa palabra, captarla por partes (letras) primero, como un todo luego, proyectar el todo a la imagen recibida, reprocesarlo. Más si descubrimos una interferencia cognitiva, una errata (para empezar no la vemos porque hemos proyectado toda la palabra; no vemos el círculo incompleto porque hemos proyectado mentalmente la imagen de un círculo entero). La semiosis intensifica la consciencia. Las imágenes atraen la vista, y la mente, como no la atraen los originales. Nos enamoramos "de los chicos, de las chicas, de los maniquís" sobre todo en tanto que son objetos semiotizados.
La consciencia reflexiva, la teoría semiótica, la filosofía, es una relación metasemiótica compleja con todos estos procesos. También intensifica, por supuesto, la consciencia, este juego de espejos. En eso estamos.
Gerald Edelman, en "The Remembered Present" (de Bright Air, Brilliant Fire, reimpreso en Cajal and Consciousness), expone una teoría de la consciencia basada en la estructura y dinámica cerebral, en especial en la noción de retroalimentación: señalización recursiva entre diversas regiones del sistema tálamo-cortical. Es de los artículos que más me han permitido dar una forma neurológicamente sensata a mis especulaciones sobre la especularidad, sobre la reproyección conceptual como estructura básica de la consciencia. (Me refería a ellas en la sección "More Speculations" de este artículo sobre Nabokov, "The Poetics of Subliminal Awareness". El párrafo clave, aquí: "Reflejos").
Para Edelman, "cada acto de percepción es en cierta medida un acto de creación, y cada acto de memoria es en cierta medida un acto de imaginación"—una tesis que casa bien con presupuestos estructuralistas, constructivistas, gestaltistas e interaccionistas simbólicos. (Si bien no estoy de acuerdo con él cuando habla de "la naturaleza unitaria" de la consciencia, p. 112, pues ésta se puede descomponer fácilmente en sus ingredientes constituyentes. También dice que es "cambiante pero continua" —cuando es obviamente intermitente, como muestra el sueño. Son expresiones éstas más bien desafortunadas).
Edelman distingue la consciencia primaria de la consciencia de orden superior. Es ésta última la característicamente humana, y se caracteriza por su mayor intensidad reflexiva: "Incorpora un modelo de lo personal, y del pasado y del futuro además del presente. Exhibe consciencia (awareness) directa: la consciencia (awareness) no inferencial o inmediata de episodios mentales, sin que se vean involucrados órganos o receptores sensoriales. Es lo que tenemos como humanos además de la consciencia primaria. Somos conscientes de ser conscientes" (113). (Yo creo, por el contrario, que esta consciencia superior sí conlleva un determinado modo de funcionamiento de receptores sensoriales, o del procesamiento de la información, a nivel cerebral, entre estos receptores iniciales y otras áreas cerebrales. Así, el "cerebro" le dice al "ojo", o más bien al sistema cerebral que procesa la información visual, lo que ha de ver, y viceversa).
Una teoría de la consciencia, dice, ha de incorporar una teoría de la conceptualización, memoria y lenguaje, y explicar asimismo el desarrollo evolutivo de estos fenómenos. Y ser experimental... ahí es más difícil. Debe ajustarse a las leyes de la física (sin espíritus ni intangibles). Debe mostrar cómo proporciona una mayor adecuación evolutiva (en lugar de ser un epifenómeno de la evolución). Y debe dar cuenta de los qualia, las cualidades (la rojez del rojo, etc.). Y esto último es lo difícil, y a la vez necesario, porque no existe un observador científico libre de la perspectiva impuesta por las cualidades. De hecho, "es nuestra capacidad de informar y correlacionar a la vez que experimentamos las cualidades individualmente lo que abre la posibilidad de una investigación científica de la consciencia" (115).
La dinámica del modelo de la consciencia propuesto por Edelman "depende de un tipo especial de circuito reentrante" (116) —(quizá la "reproyección" a la que yo aludía antes).
Consciencia primaria: Hay que distinguir las aportaciones a la consciencia de los diversos sistemas neurológicos. El primero, y más básico, el sistema del bulbo raquídeo, la médula espinal, etc.—sistemas que evolucionaron tempranamente para regular las funciones corporales; son sistemas de organización interna. El segundo, el sistema tálamo-cortical, recibe señales de los sentidos y envía señales de movimientos voluntarios a los miembros. "Unlike the limbic-brain stem system, it does not contain loops so much as highly connected, layered local structures with massively reentrant connections" (117). Estos dos sistemas desarrollaron conexiones evolutivas. Y el sistema cortical, último en evolucionar, sirvió para desarrollar "comportamiento aprendido, adaptativo para medios cada vez más complejos" (117).
Aquí entramos en cuestiones de organización del comportamiento, percepciones y experiencias aprendidas. Usa Edelman el concepto de "scene" como manera de organizar la información en algunos seres con superior elaboración consciente: "las categorizaciones de partes del mundo causalmente inconexas pueden correlacionarse y ligarse en una escena. Por escena entiendo un conjunto espaciotemporalmente ordenado de categorizaciones de acontecimientos familiares y no familiares, algunos con y algunos sin conexiones físicas o causales a otros de la misma escena" (118). (Me parece evidente que aquí puede verse el origen neurológico, y psicológico, y adaptativo, de la narración como instrumento de la consciencia. Una narración es una elaborada categorización de esas a las que se refiere Edelman, estructurada de modo complejo gracias al lenguaje; es más, es un instrumento cognitivo, software digamos, desarrollado para clasificar, traducir, interpretar organizar y reelaborar estas "escenas" aprendidas). "De este modo, la perceptibilidad de un acontecimiento se determina no sólo por su posición y energía en el mundo físico, sino también por el valor relativo que se le ha dado en la historia pasada del animal individual como resultado del aprendizaje" (Y, yendo más allá del animal individual, gracias al lenguaje, llegamos, por emergencia, a la organización "suprafísica" de acontecimientos que llamamos cultura, tradición, conocimiento, ciencia...).
(Esta teoría enlaza de maravilla con cuestiones estudiadas por la ciencia cognitiva, por la hermenéutica narrativa, y por la teoría de los marcos de Goffman. Volveré a hablar de esta interfaz).
"Fue el desarrollo evolutivo de la capacidad de crear una escena lo que llevó a la emergencia de la consciencia primaria. Obviamente, para que esa emergencia sobreviviese, tuvo que resultar en una mayor adaptación". Para la supervivencia, se entiende. Creo que es una de las claves de la evolución humana: cómo los humanos se hicieron a sí mismo mediante la cultura, la emergencia de esquemas cognitivos superiores, y el cultivo selectivo de la consciencia. (Algo que echaba yo en falta en las teorías de la evolución de Arsuaga).
Tras el desarrollo de una memoria conceptual, otro desarrollo suplementario permite la emergencia de la consciencia superior: "Es un circuito especial de realimentación que emergió durante la evolución como un nuevo componente de la neuroanatomía. Este circuito permite una señalización de realimentación continua entre la memoria de valores y categorial, y los esquemas globales en curso que se refieren a la categorización perceptual en tiempo real" (118). (Si hubiese una localización cerebral física para el célebre círculo hermenéutico, por aquí podría buscarse. Después de todo no es sino la intensificación y retroalimentación continuada de los procesos cognitivos básicos. Como señala Edelman, es este circuito de realimentación el que permite una representación del futuro que se anticipe a los datos de la percepción: es decir, la célebre proyección de esquemas "top-down", en psicología constructivista, o en lingüística cognitiva, o la preparación para la acción mediante esquemas (frames, scripts, stories) à la Goffman—la capacidad de ligar los acontecimientos percpetuales en una escena continuada, una especie de "narración en presente" de ahí el título del artículo, que se cuenta el cerebro a sí mismo para regular acción y percepción):
"Con la aparición de los nuevos circuitos reentrantes (...) puede darse una categorización conceptual de las percepciones concurrentes antes de que estas señales perceptuales ccontribuyan de manera perdurable a ese recuerdo. Esta interacción entre un tipo especial de memoria y de caracterización perceptual da lugar a la consciencia primaria. Con unos circuitos reentrantes adecuados en el cerebro, este proceso de 'levantarse a uno mismo por las solapas' tiene lugar simultáneamente y en paralelo en todas las modalidades sensoriales, permitiendo así la construcción de una escena compleja. La coherencia de esta escena es coordinada por la memoria conceptual de categorías axiológicas, aunque los acontecimientos individuales de categorización perceptual que contribuyan a ella sean independientes causalmente" (118).
"Resumiendo: El cerebro lleva a cabo un proceso de 'autocategorización" conceptual. Las autocategorizaciones se construyen cotejando las categorías perceptuales pasadas con las señales procedentes de los sistemas axiológicos, un proceso llevado a cabo por sistemas corticales capaces de realizar funciones conceptuales. Este sistema de categorías axiológicas interactúa luego, por vía de conexiones de realimentación, con áreas cerebrales que llevan a cabo categorizaciones perceptuales en curso de acontecimientos externos y señales. La experiencia perceptual (fenoménica) surge de la correlación de las categorizaciones perceptuales en curso que lleva a cabo una memoria conceptual. La consciencia primaria es una especie de 'presente recordado'." (119).
Parte del funcionamiento de estos circuitos puede desentrañarse siguiendo la línea expuesta por Wolf Singer en el siguiente capítulo de Cajal and Consciousness,"Consciousness and the Binding Problem." También propone Singer que la consciencia emerge de procesos reflexivos, retroalimentativos del cerebro, de señales dirigidas y redirigidas a sí mismo (bueno, de unas neuronas y sistemas a otros, y vuelta). Por "binding" se entiende la coordinación de procesos cerebrales que ayuda a constituir el fenómeno de apariencia unificada de la consciencia. Según Singer, esta ligazón y la consciencia se producen mediante "una iteración de estos procesos de ligazón dinámica que conduce seguidamente a la formación de asambleas (neuronales) de orden superior que corresponden a los contenidos de la experiencia consciente" (123). Así pues, la consciencia puede reducirse a neurobiología, pero la consciencia reflexiva propiamente humana requiere además otro tipo de explicaciones, por ser un fenómeno emergente que resulta no ya de un organismo, sino de la interacción entre distintos cerebros—es decir, es un constructo cultural. (123). La experiencia anterior a la creación de estos esquemas de procesamiento consciente es de hecho previa a la existencia del sujeto como tal, y tiene por ello una cierta cualidad "transcendental" (aunque por supuesto sin misticismos).
¿Se puede medir este proceso de señalización interna que da lugar a la experiencia consciente? Debería poderse, según Singer, y la clave sería no medir la actividad de unas neuronas rectoras en concreto, sino más bien la interacción coordinada de un gran número de neuronas siguiendo patrones específicos. Avanza Singer la hipótesis de que "una firma de las asambleas provisionalmente organizadas es la sincronización de las respuestas de las neuronas que participan en ellas" (127), algo que parece tener mucho sentido. (Por ejemplo, pensando en mi noción de la "reproyeccción" de conceptos, se requeriría para la constitución consciente de un concepto la estabilización de una interacción coordinada entre las áreas cerebrales coordinadas del lenguaje, por ejemplo, y la percepción motriz correspondiente—algo así como las "actitudes" de I. A. Richards— en un círculo interactivo de reproyección coordinada... ). La sincronización permite generar una marca en las respuestas para su tratamiento posterior: las respuestas no agrupadas pueden inhibirse, puede aumnentarse la amplitud de las respuestas seleccionadas, y puede aumentarse la precisión de la sincronización. Una vez la sincronización es precisa, puede usarse la relación temporal entre las descargas neuronales como una señal adicional para transmitir información. Y una vez constituida la asamblea sincronizada de neuronas, puede utilizarse la des-sincronización como modo de inhibir respuestas sin necesidad de interrumpir la actividad de la neurona (135). La sincronización neuronal no aparece únicamente en la generación de un efecto consciente determinado, sino también como una manera de relacionar la actividad de centros sensoriales distintos (la mano y la vista, por ejemplo) constituyendo así los procesos de atención y de acción intencional. (141).
Para una teoría semiótica, es interesante saber que "los estímulos presentados sincrónicamente se ligan perceptualmente y se interpretan como elementos de la misma figura con más probabilidad que los elementos de textura presentados asincrónicamente" (141) de modo que la sincronicidad se usa para la agrupación perceptual (que permite identificar, pongamos, una forma definida, o un signo acústico) en interacción con una "base de datos" de esquemas mentales. Aunque no entra en esto Singer, es interesante leer que "con respecto a su fuerza y a su precisión temporal, la sincronía inducida externamente y la generada internamente son virtualmente indistinguibles" (141-42). (Es decir, la sincronía es inducida tanto por la "proyección" del input sensorial a los centros de procesamiento superior como por la reproyección de esquemas memorístícos y semióticos, o patrones de procesamiento, hacia esos centros cerebrales que reciben el input sensorial; la "coherencia" del mundo que percibimos es en parte una coherencia "real" o externa y en parte una coherencia "proyectada", generada por la actividad cerebral; es de hecho el encuentro e interacción de ambas).
Estas asambleas neuronales que trabajan coordinadamente son también estudiadas en el siguiente capítulo, "A Neuronal Model of a Global Workspace in Effortful Cognitive Tasks", de Stanislas Dehaene, Michel Kerszberg y Jean-Pierre Changeux. Aunque aquí se enfatiza el papel centralizador para la atención y la consciencia de un sistema especial (disperso) de neuronas especialmente interconectadas y con axones de largo alcance: el espacio de trabajo global, que media entre sistemas cerebrales más específicos. Estos computan las valoraciones, la atención (enfoque), la memoria (el pasado), la percepción (el presente) y el output se dirige a los sitemas motores (el futuro). La selección de impulsos para su procesamiento en el área de trabajo global se hace mediante "proyecciones modulatorias descendientes de las neuronas del espacio de trabajo a las neuronas procesadoras más periféricas" (mediante los procesos de sincronización antes descritos, a través de una serie de fórmulas de selección de impulsos propuestas en este artículo, que apareció originalmente en Proceedings of the National Academy of Sciences 95, 1998).
También se ocupa de la generación de la experiencia consciente mediante las sincronización de frecuencias neuronales el artículo de Rodolfo Llinás y Urs Ribary, "Consciousness and the Brain: The Thalamocortical Dialogue in Health and Disease". Aunque me parece exagerada la definición del cerebro como un "sistema cerrado" sólo porque la mayor parte de la actividad se dé en la forma de proyecciones de la corteza cerebral al tálamo, y sólo una parte menor proceda de los sentidos. Esa pequeña parte es la que mantiene abierto el sistema, por supuesto, si no estaríamos en un escenario solipsista. Proporcionan los autores unas medidas de oscilaciones eléctricas relacionables con la actividad consciente, y (según era previsible) mediante patrones de activación recursiva. (Ahora bien, Arbib y otros dudan que estas oscilaciones estén midiendo realmente la consciencia, y las atribuyen a funciones cerebrales más básicas).
Petra Stoerig describe el sistema de retroalimentación recursiva necesario para la experiencia consciente, en lo referido a la experiencia visual, en "The Neuroanatomy of Phenomenal Vision: A Psychological Perspective". La visión funciona no simplemente por procesamiento en una área cerebral centralizada, sino por la interacción del área que recibe las señales sensoriales (el córtex estriado) y áreas corticales extra-estriadas, en realidad una red compleja de estructuras funcionales interconectadas a niveles corticales y subcorticales. La pérdida o alteración de alguno de estos sistemas puede dar lugar a procesamientos deficientes de la información visual, y a fenómenos tan curiosos como la "visión ciega", en los que el cerebro procesa y coordina parte de la información visual pero sin llegar a producir una experiencia visual consciente. (La vieja idea de que muchos ciegos en realidad "se lo hacen", o ven más de lo que dicen que ven, puede proceder de este fenómeno). Una cita importante (para el tema que vengo llamando la "reproyección" de información por parte del cerebro a la experiencia sensorial y perceptiva):
"Si la consciencia visual dependiese en efecto de la recepción por parte de V1 (el área visual primaria de la corteza cerebral) de una retroalimentación procedente del procesamiento visual en áreas extraestriadas, V1 jugaría un papel más interesante que el de un repetidor visual. La hipótesis de la 'retroalimentación' es ciertamente consistente con la observación de que los componentes tardíos de respuesta de las neuronas de V1 relejan no tanto las propiedades visuales de un estímulo visual cuanto las perceptuales, ya que estos componentes tardíos son más susceptibles de verse afectados por los resultados de la retroalimentación procedente de las áreas extra-estriadas." (183)
Estudia Stoerig las implicaciones de esta teoría tanto en el estudio de la visión "verídica" (percepción externa) como de fenómenos visuales no verídicos: fosfenos, imágenes negativas, procesamiento de imágenes, alucinaciones.
(En suma, la conciencia no es una calle de un solo sentido, sino una compleja circulación entre el mundo, los sentidos, y sobre todo diversos sistemas cerebrales trabajando de manera coordinada y retroalimentada. Los procesos de retroalimentación entre las áreas cerebrales más evolucionadas y las áreas de procesamiento inicial de los impulsos sensoriales son especialmente significativos: parecen indicar que la información no sólo se recibe, sino que se re-recibe, se retransmite otra vez si no a los sentidos sí a sus correspondientes áreas cerebrales, para ser amplificada e interpretada de acuerdo a esquemas semióticos y memorísticos. El mundo de la experiencia no es por tanto un fenómeno externo recibido por el cerebro, sino un fenómeno cerebral estructurado en gran medida mediante la autoproyección de esquemas del propio cerebro. Aquí parece encontrarse un punto de acercamiento común para fenómenos como las "conexiones reeentrantes" de la neurología por una parte, la "retroalimentación" que según Norbert Wiener caracteriza a todo proceso cibernético por otra parte, y, por otra, el círculo hermenéutico que describe el proceso de la comprensión para la filosofía de la interpretación. La consciencia es el fenómeno emergente que resulta de este procesamiento e interacción informativa (emocional, actitudinal, cognitiva). Si hay un "controlador" en el cerebro que, al decir de Gazzaniga en The Mind's Past nos va pasando una película que es el mundo en el que vivimos, organizándonos la realidad, ese controlador no es un sujeto. El sujeto es antes bien el fenómeno emergente que resulta de la actividad cerebral).
2 comentarios
JoseAngel -
Fernando -
Desde mi trinchera liberal El proyecto Gran Simio.
Pululan unos personajes empeñados en llamar a los monos antropoides no humanos,y que quieren emparentarnos con simios,orangutanes,chimpancés,bonobos y gibones. Como diría Sartre, se requiere un doble sol para iluminar el fondo de la estupidez humana.
Nuestro Ortega lo diría con una comprensión más edulcorada: "Existen múltiples formas de hacer el imbécil, elija usted la que desee". El responsable del desarrollo del proyecto Gran Simio en España es nuestro inefable Jesús Mosterín. No dudo de la idoneidad de Mosterín para estar al frente de este proyecto. Me parece que pocas personas dan un perfil tan indicado para captar la psicología de los monos. No me produce sorpresa. Lo que no acabo de tener muy claro es quién acabará psicoanalizando a quien, si los monos a Mosterín o Mosterín a sus parientes. En asuntos de familia a veces es mejor no entrar. Mosterín, además de ser articuentista de El País, es un prolífico escritor de endebles libros de pseudociencia, alguno de los cuales ya hemos glosado en este periódico. Su obra es tan extensa como poco leída, lo que demuestra un tesón digno de encomio. No le desaniman los fracasos. Yo lo llamaría obstinación. Me recuerda al epigrama de Leandro Fernández de Moratín: "En un cartelón leí / que tu obra baladí / la vende Navamorcuende... / No has de decir que la vende, / sino que la tiene allí.".
Así que Mosterín ha pasado de adornar con sus volúmenes las estanterías de los libreros a capitanear el proyecto Gran Simio, que es la forma más segura de enviarlo a pique. Don Torcuato Fernández de Miranda decía de sí mismo que era antipático y que tenía cara de vieja, que es una metáfora perfecta del Proyecto Gran Simio. En realidad, llevan siglos queriendo abajar la dignidad del hombre asimilándola al reino animal, o aupando a los animales a categoría humana. Llamar a los monos antropoides no humanos es una simbiosis de las dos. Quieren otorgar derechos humanos a estos antropoides no humanos mientras despojan de esos mismos derechos al embrión humano. Es algo que repele al sentido común, que por otra parte ya sabemos que es el menos común de los sentidos. El argumento más utilizado por los defensores de la chimpancinización del hombre, o viceversa, es la aparante similitud genética. Nos dicen que nuestra secuencia de ADN es idéntica en un 98,8% con la del chimpancé, y el orden en el que están colocados también coincide en un 96%. Olvidan, como dice el Papa Benedicto XVI, que el hombre no puede ser reducido a un mapa genético. Pero aún hay más: Esa diferencia, aunque parezca pequeña, significa que hay más de 35 millones de bases diferentes entre cada especie. Es decir, una información que ocuparía una biblioteca de millones de volúmenes. Por otra parte, lo importante no es la secuencia en sí, sino las peculiaridades de las estructuras genómicas. Si se considerase el material genético en su conjunto, y no sólo la secuencia de bases, la similitud genómica se reduciría hasta el 26%. Sólo un 29% de las proteinas de chimpancés y humanos son codificadas por genes idénticos en ambas especies. 50 genes que tiene el hombre no aparecen en los chimpancés. El número de cromosomas humano es 46, mientras que el de los chimpancés es 48. Nuestra secuencia genética es también muy similar a otras especies, como puede ser la mosca de la fruta, y algún que otro gusano microscópico, pero a nadie se le ocurre pensar que nos van a salir alas y nos vamos a quedar pegados en el cristal de la ventana, o que vamos a empezar a alimentarnos de tierra y raices. En el fondo, lo que subyace en este proyecto es esa secuencia de imágenes que todos hemos visto en diferentes ocasiones, y que muestra un mono evolucionando a estadios cada vez menos simiestos y más humanoides hasta que la imagen final es un hombre caminando. Una imagen que por muy repetida que está no deja de ser quimérica.