La historia del fracaso del plan
De la clase de hoy sobre Shakespeare. Para analizar un argumento es muy importante ver la manera en que interactúan dos principios: 1) el deseo, la voluntad, los planes y proyectos de los personajes, la fantasía. 2) La necesidad, el azar, las fuerzas del mundo y de la naturaleza, el principio de realidad, la contingencia incalculable de las cosas.
A veces un personaje (pongamos Ricardo III, o Yago) es capaz de trazar hábiles planes, que diseñan un futuro a la medida de su deseo, y van plegando voluntades, manipulando personas o sorteando obstáculos, haciendo que la realidad vaya tomando forma de acuerdo con su plan. Son pequeños dramaturgos dentro del drama, y la atención y deseos de los espectadores se fija en ellos, hipnotizada: ¿será posible que lleve a cabo sus planes?
En un argumento, normalmente los planes no se llevan a cabo tal como fueron pensados: intervienen la contingencia o la necesidad que dan al traste con los planes del urdidor. A veces sólo para permitirle salir adelante más airosamente, haciendo gala de su capacidad de improvisar (la serendipia en Othello). Al fin, los planes de los hombres fracasan y se impone el futuro, siempre inesperado y sorprendente. Es esta lucha entre la trama urdida por un personaje y la trama urdida por el conjunto de las cosas (y de los planes de otras personas) lo que hace a una historia digna de ser contada. Cada lucha es única, pues siempre se desea y se planea en circunstancias únicas, aunque sean similares a otras, y cada plan fracasa por circunstancias imprevistas que también forman una conjunción irrepetible. Una perspectiva retrospectiva en la narración puede enfrentar paso a paso al plan con las circunstancias que lo harán fracasar -- visibles desde el punto de vista del narrador. En el teatro, esas circunstancias emergen inopinadamente, aunque el conjunto de la obra también tenga un diseño retrospectivo.
Aun cuando estemos hablando de una comedia, y el plan llegue a un cierto éxito final, siempre lo hará tras giros imprevistos, por circunstancias imprevistas, y habiendo adoptado una forma que no era la originalmente pensada.
7 comentarios
JoseAngel -
Fernando -
marcos -
talugo.
pd: espero no perderme el explayamiento.
JoseAngel -
Oye, me ha dejado pensando lo que dices del contraste entre el pre espacial, temporal y lógico.
Lo curioso es que en el caso del prólogo (que en realidad es el final y se pasa al principio) se vende al lector como experiencia preliminar o inicio lo que sólo puede ser un final lógico, alcanzado por el autor tras un recorrido cronológico. Es una cierta paradoja de la lectura, ese trastocarse de los tiempos gracias a lo que queda espacialmente escrito. Cualquier día me explayo más en un post, gracias por la idea.
marcos -
esto es pa decirte quel enlace a este texto en el blog de unizar está mal.
y ya aprovecho y continúo la conversation con el sr. potter:
pues lógico, pq un prólogo es algo q va antes del logos, del escrito. pero ese antes es espacial. de lo contrario sería precronos, no prologo. si tuviese q estar escrito previamente. y si no es necesariamente precronos, sino pre-logos, es decir, si va antes de la palabra, o de la grafía, para aclarar su sentido, éste (el sentido encontrado), como no te cansas de decir, sólo puede ser posterior. salvo q te haya entendido mal.
resumo: el pre o es espacial (gráfico, es decir, del logos q tratamos), o temporal, o lógico. lo de espacial no dice ná, salvo la situación en el volumen. lo temporal, sólo puede referir a intenciones, pues se ignora el proceso y resultado posterior. pero el lógico sólo puede ser posterior, para aclarar el sentido de lo previo-posterior.
no se si mexplico.
JoseAngel -
Harry Potter -
Algo asi como la diferencia entre el prólogo escrito antes de empezar y después de terminar un texto...